Socializar las pérdidas.
Tras la crisis de confianza, la bonanza demostró ser humo. A lo largo de febrero y marzo de 2008 tanto en Estados Unidos como en Europa, fueron necesarias cada vez más inyecciones de capital realizadas por los Bancos Centrales y la Reserva Federal, a fin de reducir la tensión de los mercados. En septiembre, después de otra masiva inyección de capital la aseguradora AIG, la mayor del mundo, era comprada por la Reserva Federal después de la petición de ayuda que el muy liberal Wall Street Journal publicó en portada. El día 18 el gobierno estadounidense aprobó un rescate estatal, a fin de que los bancos pudieran cambiar sus activos contaminados por dinero y durante seis meses el Tesoro no tendría que dar cuenta al Congreso. La Reserva Federal obligó a los bancos de inversión Goldman Sachs y Morgan Stanley a convertirse en bancos comerciales, acabando así con la banca de inversión en EEUU y poniéndoles bajo control de Reserva Federal. El 26 de septiembre, la Washington Mutual, la mayor caja de ahorro estadounidense fue adquirida por JP Morgan.
Al día siguiente Irlanda, antes bautizada como el Tigre Celta por la dura política neoliberal llevada a cabo desde 1987, se convirtió es la primera economía de la Unión Económica y Monetaria que entró en recesión. Los grandes bancos europeos que habían asumido grandes riesgos el mercado hipotecario de EE.UU. se vieron arrastrados a la crisis. Los gobiernos europeos intervinieron en diversas entidades bancarias a través de otras entidades bancarias, provocando así el caos en los mercados financieros y la caída de las cotizaciones bursátiles. Los Estados griego e irlandés decidieron garantizar el 100% de sus depósitos. La Cámara de Representantes de Estados Unidos destinó ingentes cantidades a sostener el sistema financiero comprando los activos tóxicos de valor casi nulo por el Emergency Economic Stabilitation Act a beneficio de los grandes bancos y agencias de inversión. Al día siguiente el Estado alemán declaró que garantizaría la totalidad de los depósitos bancarios. El problema era que el volumen generado por el capital financiero en su fiebre especulativa, multiplicaba miles de veces el valor de la economía mundial y ese desequilibrio amenazaba el colapso del sistema. El 16 de octubre se plantea una reunión del G8 y los BRICS para la reforma del sistema financiero internacional. Mientras, el Banco Central Europeo acordó la emisión de líneas de crédito a muy bajo interés para sanear la banca, otro instrumento utilizado fue la creación del “banco malo” para traspasar los activos tóxicos y que el dinero público asumiera posteriormente las pérdidas. La creación de este “banco malo” sería una de las condiciones impuestas a los países para acceder al rescate bancario.
Un mundo sumido en la crisis, países expoliados, recesión, despidos masivos, deshaucios, planes de ajuste y miseria. El panorama de lo que se ha dado en llamar Gran Recesión es desolador. Sin embargo los responsables de la hecatombe, no sólo no han sido castigados, sino que les han premiado, mientras se aprieta a la población para extraer la liquidez necesaria para alimentar la maquinaria capitalista. Los mismos que estaban al mando en 2008 siguen controlando el sistema y se mantienen en los mismos presupuestos ideológicos neoliberales.
La desregulación financiera impulsada por las administraciones de Bill Clinton y profundizada por la de George W. Bush, durante un breve período pareció en entredicho, pero pronto se volvió al mantra de que la regulación de los mercados es nociva. Así el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan cargó contra la ley Dodd Frank que intentaba tímidamente poner cierto control al sistema. Una vez pasado el riesgo de un desmoronamiento masivo del sistema y convertidas las macrodeudas financieras privadas en deudas públicas, los grupos financieros y corporativos volvieron a la carga para debilitar aún más la esfera del poder público y las instituciones políticas, solícitas, atienden a sus requerimientos.
La desregulación financiera impulsada por las administraciones de Bill Clinton y profundizada por la de George W. Bush, durante un breve período pareció en entredicho, pero pronto se volvió al mantra de que la regulación de los mercados es nociva. Así el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan cargó contra la ley Dodd Frank que intentaba tímidamente poner cierto control al sistema. Una vez pasado el riesgo de un desmoronamiento masivo del sistema y convertidas las macrodeudas financieras privadas en deudas públicas, los grupos financieros y corporativos volvieron a la carga para debilitar aún más la esfera del poder público y las instituciones políticas, solícitas, atienden a sus requerimientos.
Golpes de Estado financieros.
En la Unión Europea voluntad política de plantar cara a los mercados. Un territorio donde la voracidad del capitalismo era ponderada por políticas de protección social, el Estado del Bienestar, se convirtió el nuevo objetivo a batir. El volumen de capitales que mueven los mercados (el conjunto de bancos de inversión, compañías de seguros, fondos de pensiones y fondos especulativos) en sus transacciones (divisas, acciones, bonos del Estado y productos derivados), revela la colosal financiarización de la economía real. Como consecuencia de ello ninguna economía nacional puede resistir el asalto de los mercados cuando actúan de forma coordinada.
Así ha sucedido con los llamados PIIGS, Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España, at acados por los propios bancos rescatados, las aseguradoras y fondos europeos, que poseen la mayor parte de su deuda soberana. Al hacer aumentar los tipos de interés que pagan los Estados por endeudarse , los situaron al borde de la quiebra al tener que dedicar más dinero a pagar la deuda. De ahí la importancia que tienen las tres grandes agencias de calificación, Fitch Rating, Standard & Poors y Moody's que juegan un activo papel en esta guerra.
Los mercados han conseguido que sus representantes accedan directamente al poder político sin pasar por elecciones. Lucas Papademos primer ministro de Grecia durante un breve período, Mario Monti, Presidente del Consejo de Italia son miembros de la Comisión Trilateral y al igual que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, trabajaron para Goldman Sachs . Cuando no han sido sus propios tecnócratas, han sido gobiernos más que complacientes los que han implementado las medidas de ajuste compañía, permitió a sus ejecutivos disfrutar de unas vacaciones pagadas, en las que despilfarraron en Plumber Manor y en los lujosos resorts de California, el dinero de los contribuyentes, tal como denunció el fiscal de Nueva York Andrew Cuomo en octubre de 2008.
La Europa de dos velocidades.
La política monetaria de la Unión está a merced del Banco Central Europeo, cuyo único objetivo es garantizar la estabilidad de los precios sin rendir cuentas ni a gobernantes ni a electores. Para Alemania la moneda única representaba una gran ventaja comercial estratégica gracias a la doble oportunidad de una productividad al alza y un coste del trabaj o a la baja , las industrias exportadoras alemanas con la unificación se volvieron más competitivas y se apoderaron de una gran parte de los mercados de la eurozona.
En su periferia, la pérdida de competitividad fue artificialmente compensada con una afluencia de créditos con bajos tipos de interés, según las tesis monetaristas de Bruselas y Berlín. Cuando la crisis financiera golpeó Europa, la credibilidad de las deudas acumuladas en los países meridionales se desmoronó, haciendo temer una reacción en cadena de Estados en banc arrota. Pero mientras en Estados Unidos la gigantesca inyección de dinero público restablecía la salud de los bancos en peligro, los estatutos del Banco Central Europeo prohibían adquirir los créditos de un país miembro. Además, Alemania, al frente de una coalición de Estados nórdicos pudo imponer a los países más vulnerables , programas de austeridad brutales para restaurar la confianza de los acreedores. Estos programas respondían a la ortodoxia neoliberal: recortes de los gastos sociales, desregulación de los mercados y privatización de los bienes públicos; acompañado de un fuerte incremento de la presión fiscal. Incluso la regla de oro del equilibrio presupuestario fue introducida en la Constitución de la mayor parte de los países miembros de la Unión.
Falta por ver cuánto resistirán las poblaciones estos sufrimientos, máxime cuando sus sacrificios se demuestren nuevamente vanos.
Conclusiones ¿Refundación del capitalismo?
Según el Fondo Monetario Internacional el 95% del dinero real de la economía ha sido creado por la banca privada mediante la celebración de compromisos de préstamo con los prestatarios, por lo que el multiplicador monetario ha dejado de responder a cualquier exigencia de la tasa de reserva. Esto significa que la creación del dinero está totalmente fuera de control, creando ciclos de auge y caída
La regulación del dinero y las finanzas ha pasado a estar dirigida cada vez más por actores privados que por los Estados mismos, una política que casa mejor con las necesidades de bancos y corporaciones industriales, más que con las necesidades de las poblaciones de los Estados. Los tecnócratas de los Bancos Centrales y las agencias de calificación salvaguardan así los mercados de políticas redistributivas. Nos encontramos en un mundo donde la autoridad es externalizada y los Estados instrumentalizan la soberanía para servir al dominio de actores transnacionales.
Los gobernantes del mundo occidental parecen proclives a sacrificar el interés general por la satisfacción de sus clientelas, con una convergencia de intereses favorecida además por lo que se ha dado en llamar “puertas giratorias”. Ahora los países asfixiados, dedican ingentes cantidades a pagar los intereses que generan las deudas, pero es tal su magnitud que parece obvio que jamás serán reembolsadas. En este sentido se enmarcan las luchas por una auditoría pública de la deuda o incluso su anulación, según la teoría de la deuda odiosa.
Los magos de las finanzas pueden seguir jugando en el gran casino de la economía mundial desregularizada, sin embargo incluso en el corazón de la, hasta hace poco indiscutible, potencia hegemónica se constata el hecho de que después de cinco siglos de dominio occidental, los países emergentes tienen vocación de disputar la supremacía mundial a Washington y sus aliados.
Además nos encontramos en un punto de inflexión porque la predación de los recursos, que ha crecido desde los inicios de la Revolución Industrial a un ritmo acelerado, comienza a dar síntomas de agotamiento. La disociación de la ciencia económica respecto del mund o físico no debe ocultar esta realidad.
Aunque el capitalismo pueda mantener su huida hacia adelante, parece obvio y necesario que el sistema económico debe adaptarse a las exigencias ecológicas, como ha ocurrido en buena parte de la historia de la humanidad, porque sino las consecuencias pueden ser catastróficas.
Los gobernantes del mundo occidental parecen proclives a sacrificar el interés general por la satisfacción de sus clientelas, con una convergencia de intereses favorecida además por lo que se ha dado en llamar “puertas giratorias”. Ahora los países asfixiados, dedican ingentes cantidades a pagar los intereses que generan las deudas, pero es tal su magnitud que parece obvio que jamás serán reembolsadas. En este sentido se enmarcan las luchas por una auditoría pública de la deuda o incluso su anulación, según la teoría de la deuda odiosa.
Los magos de las finanzas pueden seguir jugando en el gran casino de la economía mundial desregularizada, sin embargo incluso en el corazón de la, hasta hace poco indiscutible, potencia hegemónica se constata el hecho de que después de cinco siglos de dominio occidental, los países emergentes tienen vocación de disputar la supremacía mundial a Washington y sus aliados.
Además nos encontramos en un punto de inflexión porque la predación de los recursos, que ha crecido desde los inicios de la Revolución Industrial a un ritmo acelerado, comienza a dar síntomas de agotamiento. La disociación de la ciencia económica respecto del mund o físico no debe ocultar esta realidad.
Aunque el capitalismo pueda mantener su huida hacia adelante, parece obvio y necesario que el sistema económico debe adaptarse a las exigencias ecológicas, como ha ocurrido en buena parte de la historia de la humanidad, porque sino las consecuencias pueden ser catastróficas.
La descomposición de la democracia política y la contracción de la soberanía nacional es de suponer que terminen pasando factura si los amortiguadores establecidos en el Estado del Bienestar frente al aumento de las desigualdades inherente al capitalismo, se suprimen. Lamentablemente la persistencia de las políticas de ajuste y el auge de la extrema derecha en las recientes elecciones europeas, evidencian que esta lección no ha sido aprendida.